Tres preguntas a...

Beatriz Felipe Pérez

Ambientóloga y Doctora en Derecho, especializada en migraciones climáticas. Autora del libro “Las Migraciones climáticas ante el ordenamiento jurídico internacional” (Aranzadi, 2019) y de los informes “Migraciones climáticas: una aproximación al panorama actual” (ECODES, 2018) y “Perspectiva de género en las migraciones climáticas” (ECODES, 2019), entre otras publicaciones. Colaboradora de la iniciativa Migraciones Climáticas.


¿Qué es lo que más le preocupa hoy?

Me inquietan muchas cosas, tantas que creo que no sabría decir cuál es la que más lo hace. Me angustia la crisis climática, pero también las violencias machistas, la precariedad laboral, las muertes en el Atlántico y en el Mediterráneo, el racismo y la aporofobia, la impunidad de las grandes empresas contaminantes, los asesinatos de las defensoras de la tierra y de los derechos humanos,… Me preocupa el desconocimiento de que la emergencia climática es fruto de un modelo de desarrollo insostenible y que sus consecuencias afectan más a quienes menos han contribuido. Los impactos climáticos, generalmente en contextos de vulnerabilidad y junto con factores políticos, sociales y económicos, entre otros, ya están expulsando a las personas de sus hogares.


¿Qué se puede hacer para solucionarlo?

Es necesario crear conciencia colectiva sobre las responsabilidades climáticas y sus consecuencias globales, que no conocen fronteras. Sería bueno que entendiéramos que coger un avión -en lugar de un tren- entre Madrid y Sevilla, por ejemplo, incide en que en Fiji algunas poblaciones que vivían muy cerca de la costa tengan que reubicarse en el interior de las islas para protegerse de los impactos climáticos, como las tormentas y la elevación del nivel del mar. Necesitamos compromisos climáticos más serios en el marco de una transición ambiental y socialmente más justa. También es imprescindible continuar alzando la voz sobre uno de los impactos climáticos que más ha permanecido invisibilizado: las migraciones climáticas. Confío en que, cuantas más personas conozcan esta realidad, más presión se ejercerá para desarrollar políticas e instrumentos de protección jurídica que reconozcan este fenómeno y que eviten la vulneración de los derechos humanos de las personas afectadas.



¿Qué se está haciendo bien?

¡Muchas cosas! Hace unos años, cuando hablaba de migraciones climáticas, nadie conocía la temática. Sin embargo, hoy en día, los movimientos juveniles por el clima están comenzando a interesarse. Se han creado importantes redes de investigación y de difusión, como la Red Sudamericana para las Migraciones Ambientales, el Hugo Observatory Environment, Migration Politics, y Migraciones Climáticas. Se están financiando nuevos proyectos y realizando investigaciones centrados en poner luz a debates todavía abiertos, como las denominaciones, las cifras y la protección jurídica. Los documentales y los medios de comunicación, como BeeLetter, cada vez se hacen más eco de esta realidad global. Desde una óptica más general, también me hace mantener cierta esperanza el surgimiento de alternativas al modelo económico imperante, como son las iniciativas de la economía social y solidaria, que buscan cambiar las relaciones económicas predominantes.

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